«No me toques las palmas que me conozco…» dice una canción. Pues resulta que allá por febrero a mí me tocaron las palmas por bulerías y yo que para eso soy facilona, me dije «¿por qué no?».

 

Pero toda recompensa requiere un esfuerzo previo y prepararte para una distancia como es una Medio Maratón, no iba a ser menos.

Cada domingo, ayudados por un entrenador, nos hemos reunido un grupo de aficionados al running, ilusionados pero con un punto de locura también, en la Casa de Campo de Madrid para poco a poco ir ganando fondo y confianza en superar la prueba. Cada domingo madrugando, con frío, algún día lloviendo pero nadie dijo que fuese fácil. Y te pones a analizarlo y es como la vida misma, nadie te regala nada y cuando quieres llegar a un objetivo tienes que trabajar, trabajar y trabajar.

¡EQUIPAZO!

 

Y aquí estamos un domingo 7 de abril, dispuestos a recorrer esos 21,095K, con las ilusiones nuevas y muchas ganas de disfrutar y también un poco de sufrir y que todo ese esfuerzo haya merecido la pena. Como la vida misma… esfuerzo = recompensa.

 

 

¡Lo conseguimos!

 

Quiero dedicarle esta medalla de finisher a José Luis Machota, de Clínica Menorca que se ofreció a ayudarnos a conseguirlo.  También a todos los que durante estos meses han estado ahí apoyándome y creyendo en mi fuerza y en mi tesón para conseguir alcanzar mis sueños.

De una manera muy especial quiero dar las gracias a mi chico, mi mayor fan, mi soporte vital y quien me da alas para volar pero que me pone los pies en el suelo también cuando me hace falta.

¡Por tod@s!

G.