A menudo las mujeres tenemos problemas a la hora de expresar el enfado. Esto es porque desde pequeñas oímos cosas como: “no te enfades, que te pones muy fea” o “tienes que ser buena, no chilles”. De mayores tendemos a reprimir más nuestros enfados y cuando algo nos molesta preferimos no decir nada.

Cuando los platos están sin lavar, no se lo decimos a nuestra pareja o a nuestra compañera de piso directamente. De manera silenciosa los lavamos para no generar una discusión. Hasta que llega el día menos esperado en el que, hartas de haber callado durante tanto tiempo, vemos un plato en la encimera y estallamos con todo el enfado que llevábamos semanas acumulando. Y entonces gritamos, insultamos y hasta acabamos llorando, sintiéndonos culpables por el hecho de haber estallado de semejante manera.

Si te sientes identificada con este ejemplo espero convencerte en los próximos párrafos de que existe una manera más sana de expresar el enfado.

¿Por qué es importante el enfado?

Todas las emociones nos movilizan a hacer algo y cumplen una función. En el caso del enfado, su función es la de protegernos y marcar límites con otras personas cuando nos vemos amenazadas. Solemos asociar el enfado a cosas negativas, pero en realidad el enfado está ahí para que nos podamos defender de las injusticias que nos suceden. Gracias al enfado nos podemos alejar de aquellas situaciones y personas que nos hacen daño, para así dar espacio al crecimiento y al bienestar.

¿Por qué debemos expresarlo?

Cada vez que nos enfadamos es como si hincháramos un globo con aire. Lo que sucede cuando no soltamos ese enfado es que poco a poco ese globo va llenándose de aire hasta que un día explota. Lo ideal es que, en lugar de hacer eso, seamos capaces de ir soltando el aire del globo, sin que este llegue a estallar. Para ello es muy importante que practiquemos la atención plena a cada momento y nos demos cuenta de cuándo nos estamos empezando a enfadar.

Una vez identificado el enfado, habrá que soltarlo. Para cada persona, soltar el aire del globo es diferente. Algunas mujeres, por ejemplo, se ven muy beneficiadas por la práctica de deportes como el boxeo, donde pueden liberar el estrés y la rabia. Otras prefieren expresar la rabia verbalmente, para lo cual puede ser muy útil escribir. Si no pudiéramos expresarle directamente a esa persona nuestro enfado, como por ejemplo si se tratara de nuestro jefe o de una persona que ya no está en nuestras vidas, podemos imaginarnos que tenemos a esa persona delante e intentar decirle todas las cosas que nos enfadan.

Practicar la asertividad

A la hora de expresar el enfado, no tenemos por qué hacerlo de manera agresiva. La agresividad no solo hace daño a otras personas, sino que nos hace daño a nosotras mismas y nos corroe por dentro. Un enfado asertivo, en cambio, cumple la función de marcar los límites sin hacerle daño a nadie. Cuando algo te enfade, prueba a expresarle a esa persona lo que te ha molestado de manera directa y a decirle lo que te gustaría que cambiara. Aunque al principio te cueste un poco confrontar, con el tiempo irás comprobando que es mejor que la alternativa de no decir nada. Además, la asertividad es como cualquier otra habilidad: a algunas personas se les da mejor que a otras, pero todo el mundo puede entrenar para mejorarla.

En definitiva, el enfado es una de las emociones más humanas y normales que hay. No hay nada de malo en sentir rabia de vez en cuando. El problema surge más bien cuando no somos capaces de expresarlo en el momento adecuado o cuando lo expresamos de manera desproporcionada. Expresar un enfado asertivo en el momento adecuado es bueno tanto para nuestra salud mental como para mantener buenas relaciones.

 

Artículo escrito por Mabel Ballesteros psicóloga de Alimentación3S