Despidiendo el año con espíritu deportivo en la #SanSilvestreVallecana de Madrid.

Estos dos últimos meses han sido un auténtico reto personal. El 3 de Noviembre, durante el último entrenamiento, a diez días de coger un vuelo a Nepal para participar en el #RetoPelayoVida, un accidente con la bicicleta de montaña tiró por tierra todo un año de esfuerzo y trabajo. Resultado: rotura de codo y dos meses de parón deportivo y casi que de la vida en general. Dos meses en los que volver a empezar, a replantearte tus próximas metas, reinventarte y sacar fuerzas cuando de nuevo la vida te obliga a parar. Ha sido una experiencia similar a cuando me diagnosticaron de #cáncer de mama hace ya casi cuatro años. En tu mejor momento, cuando eres más feliz recibes un toque de atención que te hace ser consciente que la vida es el momento, el aquí y ahora y que debes disfrutarlo porque nunca sabes cuando te puede sorprender para bien o para mal.

Así que después de una breve fase de duelo, decides que con escayola o sin ella, con tus ilusiones hechas jirones y con tus sueños que se desvanecen, no puedes quedarte ahí. Sacas la sonrisa y tus zapas de running de paseo y poco a poco vas volviendo a soñar y a volar.

El 31 de Diciembre es un día de cerrar ciclo, de mirar hacia el futuro y de decir adiós al año que se va.

 

 

 «Querido 2018, hemos tenido una relación amor/odio muy intensa y no puedo encontrar mejor manera de despedirte que haciendo una de las cosas que más me gustan… CORRER una de mis carreras favoritas, la San Silvestre Vallecana, junto a mis amigas, compañeras, hermanas de aventuras y otras 40.000 personas más.

Gracias por los momentos maravillosos y por los que no lo han sido porque una vez más he sentido lo afortunada que soy por tanta gente que me quiere y me acompaña.

Pero sobre todo, GRACIAS porque esos momentos de morder el polvo es cuando descubro una vez más que soy mucho más fuerte de lo que pensaba.»