¡Cuántas ocasiones en la vida nos quedamos con esa amarga sensación de torpeza por no haber respondido como queríamos ante… digamos X!

No te machaques… La incapacidad para dar una respuesta adecuada o acertada, puede deberse a que no estamos aún preparadas: o no hemos aprendido cómo hacerlo, o no se nos ha enseñado, o porque, aunque hemos pasado muchas veces por lo mismo, no terminamos de aprender. También puede ocurrir que las circunstancias “mandan” y no respondemos o reaccionamos adecuadamente por miedo, bloqueos, presiones y/o manipulaciones.

Estoy segura de que se te viene a la cabeza alguna situación de estas en varios ámbitos de tu vida. Pero repito, no te machaques, no te quedes en el “podría haber hecho tal o cual, o no dicho tal o cual”. Seamos prácticas y más amables con nosotras mismas.

Es posible que piensen en relaciones personales, en la práctica de algo que te gusta hacer o en tu trabajo. Aunque tu cabeza rumie, e incluso sufras, el tema central es que son intercambios o interacciones que no han resultado como esperabas.

Incluso aunque no te lo parezca, en situaciones complejas pueden existir numerosas posibilidades de interacción y de respuestas. Lo que ocurre es que según como estemos nos parecen bastante limitadas o no alcanzamos a verlas. Todo se entrena.

Pero como idea principal, en estas líneas, quisiera plasmar el hecho del continuo intercambio en el que nos movemos, aunque no seamos conscientes, y esto juega a nuestro favor cuando deseamos mejorar.

Vivimos, lo que implica que las personas estamos inmersas en un continuo intercambio: aire, alimentos, aguas, la naturaleza en general, otras personas, ambientes, redes sociales… Intercambiamos información.

  • ¡Bueno eso lo dirás tú…! Ver videos como una loca cuando me aburro no es intercambio alguno.
  • Crees que no, pero sí. Nuestro cerebro y todo nuestro cuerpo reacciona: hay algo que entra por los ojos y los oídos y tú reaccionas: dejas de ver, sigues viendo, sigues haciendo scroll, me sigues leyendo, te sienta bien, o te enfadas porque te has acordado de esa situación dichosa en que quisiste decir A y dijiste B. De hecho ver vídeos como una loca, es parte de la respuesta que buscan de ti, de mi. Otra respuesta será tu pulgar dolorido… tu cuello hecho polvo, y los ojos enrojecidos, además de la rabia porque no te ves con el cuerpazo ese de tal, que en realidad es todo mentira y lo sabes. No vamos a entrar en los mecanismos profundos de cómo ocurre esto… aún. Si así lo quieres, te lo explicaré.

Un viejo aforismo dice: «La energía sigue al pensamiento» (1).

Por ello es tan, pero tan importante tomar consciencia de cada una de las cosas que hacemos, pensamos o sentimos. Voy más allá, “Cuida lo que entra y sale de ti” (2), palabras, pensamientos, acciones, alimentos, aire, compañías, tejidos de la ropa que usas, entornos en los que te mueves digital o presencialmente… Todas las personas estamos conectadas, más allá de las redes sociales. Somos un Todo.

El cambio es lo único invariable

Cuando tenemos presentes las dos frases anteriores 1 y 2, estamos enfocadas, conscientes, despiertas y dispuestas a aprender más, a ser mejores personas.

Estamos más enfocadas porque sabemos que cuando la mente se enfoca, se crean una serie de procesos dentro y fuera de nosotras que se alinean con el pensamiento. Es increíblemente rápido cómo el cuerpo puede reaccionar a un pensamiento. Piensa ahora en algo que te emocione, en el ser al que amas, ¿qué le pasa a tu corazón? Se acelera ¿cierto?. Así, sin más.

Un texto de China con miles de años de antigüedad y que se llama el Tratado del Cambio, Yi Jing (I Ching) en sus páginas inicia con esta frase: “Lo único invariable es el cambio”.

Da un poco de vértigo, lo sé, produce inseguridad, lo sé. El miedo y la inseguridad se manifiestan en nuestros cuerpos, lo sentimos de múltiples maneras. Existe todo un mundo de seguridades ficticias creadas por la sociedad de consumo alrededor del vértigo que nos da el cambio, o eso que llamamos el paso del tiempo.

Pero es así, y es alucinante, vivimos gracias a que somos un cambio continuo: sustancias, partículas atómicas y subatómicas, ideas, climas, sensaciones, vivencias, crecer, hacer, no hacer, células, tus órganos y sistemas, tu mente y tu cerebro, cuerpo todo él que siente, inundaciones emocionales y sequías creativas. Somos un maravilloso estado y proceso de cambio.

No eres ya la misma

Y esto es bueno, si lo piensas, porque aquello que te preocupaba al empezar a leer porque no habías respondido como querías cuando te pidieron: ¿puedes tener el dossier preparado para dentro de dos horas?, o ¡qué mal te queda esa falda, cámbiate! Sabes que podrás hacerlo de otra forma cuando se presente la oportunidad.

La situación no será la misma porque será otro momento, aunque sea la misma petición: cambiarte de ropa o dejarte la vida haciendo en dos horas un dossier que se lleva seis horas… Pero tendrás una nueva oportunidad, la opción de actuar de modo asertivo y, aunque tiembles, decir: no. Y posicionarte: “Tú en ti”.

La magia del cambio en que estamos inmersas las personas, es la opción continua, es un ensayo continuo y vamos mejorando y si estamos enfocadas, despiertas, conscientes, amorosas con lo que somos, iremos a mejor. En todos los sentidos: física, mental, emocionalmente.

Cuando acabes de leer este texto no serás la misma persona, pero no porque te haya cambiado la vida lo que estás leyendo (bueno, quién sabe…) sino porque, por ejemplo, millones de reacciones bioquímicas están ocurriendo ahora, porque algunas de tus células habrán sido renovadas por otras, porque has inspirado y espirado un número considerable de veces por lo que has entrado en contacto con partículas del aire y lo que el aire transporta, quizá estabas tomando algo y tu cuerpo lo digiere y aprovecha, quizá decidas salir a dar una vuelta.

 

Todo son intercambios y parte del proceso de aprendizaje que debemos aprovechar ya que estamos aquí, sobre esta Tierra. Enfócate, despierta, sé consciente del cambio, aprovecha el flujo del tiempo, sujétate al timón, cuida sabiamente de ti y de tu entorno. Recuerda, dentro del huracán hay un punto de calma. ¿Aprendemos juntas? Estoy abierta a tus sugerencias sobre temas a tratar.

Artículo escrito por la Dra. Nuria Lorite Ayán